Barkthim, el estructuralista ruso, colocaba tiempo y espacio como “informantes” del cuento, o sea, el tiempo y el espacio dan informaciones de la época y del lugar de los acontecimientos, pero sabemos que es mucho más que eso. El trabajo de tiempo y espacio en la obra de ficción nos ayudan a entender el personaje, le dan dimensión humana. Para Kant tiempo y espacio son “a priori” de nuestra sensibilidad. Pueden enriquecer la narrativa trazando o acrecentando aspectos simbólicos, psicológicos, sociales, axiológicos.
Los cuentos infantiles raramente trabajan tiempo y espacio. “Era una vez...” o, “en una floresta moraba un ogro...”, son formas inespecíficas usadas en los libros infantiles. Los cuentos para adultos precisan de referencias más específicas. Deben dar la sensación de presencia, o sea, impresión de estar en la presencia del personaje y del ambiente.
Imaginemos que son las dos de la mañana y usted se despierta con el ruido del teléfono. Atiende. Escucha la voz de un amigo que está embriagado, él no consigue volver a su casa, pero encontró el número de su teléfono en el bolso de la camisa y decidió llamarlo. Le pregunta: “¿En dónde estás?”.
Imagine ahora que él responda: “En ningún lugar”. Más usted sabe que él está en algún lugar, porque los seres humanos ocupan un espacio, no el vacío. De repente, usted escucha que alguien que le pregunta a su amigo: “¿va a querer otra medida de coñac?” En ese momento puede deducir que lo más probable es que su amigo esté en un bar. ¿Por qué? En el bar venden bebidas, su amigo está borracho, y también porque escuchamos la palabra “medida”, por costumbre sabemos que una medida es cobrada, entonces pensamos que lo más probable es que él esté en un bar.
De la misma manera al leer un cuento podemos crear mentalmente el espacio físico, el local en donde, por ejemplo, se encuentra el hombre embriagado. Cuando el autor hace referencias visuales, auditivas, táctiles, olfativas o gustativas facilita al lector la creación mental de la imagen del personaje, del local, del ambiente donde esos personajes se pueden mover, donde acontece la historia. Los diálogos también pueden dar nociones de tiempo y espacio. Pero no es necesario dar todos los detalles, insinúe y deje que el lector recree la escena y los personajes en su cabeza.
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Isabel F. Furini escritora, conferencista y poetisa premiada. Orienta el taller “Como escribir y publicar un libro”, en el Solar del Rosario, Curitiba. Autora de varias obras publicadas en Brasil, en idioma português. Destacamos “O livro do escritor”, editorial Instituto Memória, Curitiba, 2009.