El problema no es suyo, viene de lejos. Danny Boyle ofrece un espectáculo que recuerda a La Isla donde monta su película con efectos, música y su estilo particular de rellenar la pantalla. Pero en el Gran Cañón, atrapado en una roca, no funciona la estética de videoclip que tanto le caracteriza.
Aún así la historia está bien contada y creo que habría sido mejor si hubiera sido más simplista. Me explico, en medio de la natura, una buena canción podría funcionar, como es el caso de Hacia Rutas Salvajes y la banda sonora de Eddie Vedder. Pero lo que Boyle ofrece no es natura, es meramente un decorado en el que los sonidos vienen del estudio. El silencio a veces dice mucho más que la canción en sí y es donde la película pierde fuerza e impide al espectador sufrir junto al protagonista. Sin embargo, Boyle sabe como iniciar la película, como es el caso de La playa, pero hay gran momentos de irregularidad a partir del incidente en sí, que es donde realmente empieza el contenido.
La película se hace llevadera y tiene una durada de hora y media, cosa que lo compensa. James Franco y el hecho de que esté basada en hechos reales hacen que sea más estremecedora. No impacta tanta como su predecesora Slumdog Millionairey no será ni película de culto ni nada parecido, pero para la intención del espectador al verla: un joven atrapado en una roca, bien podría servir para pasar el rato. Si sobrevives al estilo personal de Danny Boyle, te podría gustar. Recomendaría el visionado en versión original, si fuera posible, por el hecho de apreciar mejor la desesperación llevada a cabo por Franco.
Valoración: 7↓