Los Campos de Aldebarán (LCA)
Capítulo 1: “El ave de Fuego”
Había dejado de llover, el bosque estaba húmedo y lodoso. Hermes, todavía metido dentro de la cavidad del tronco caído que lo había cobijado durante la tormenta, frotaba sus manos para intentar recuperar calor de alguna manera.
Tres días atrás, se encontraba sentado en la comodidad de un sillón en la sala de estar de la casa que lo vio crecer, contemplando a su madre tocar el piano. Tres días atrás, le habían anunciado que era hora de hacerse hombre. Que la mayoría de edad exigía una prueba de valor.
Mientras pensaba en todo ello, salió de su refugio totalmente entumecido; maldijo al que había pensado en el ritual de la mayoría de edad y, se puso a caminar en dirección al este donde se hallaba su meta.
Durante el camino, le vino a la mente la imagen de su madre. Una mujer de gran estatura, hermosa por donde se la mirara y, con una paz interior digna de un espíritu de luz. Lo había llamado “Hermes” al nacer, cuyo significado decía ser el mensajero de los dioses y aquel capaz de visitar a la muerte y volver con vida, o algo así, pues no lo recordaba con claridad.
El sendero de animales que seguía estaba cortado por un roble caído, con poco esfuerzo se subió encima y, cuando esta por saltar al suelo algo lo detuvo. Quedándose muy quieto, escuchando atentamente a la naturaleza, como le había enseñado su maestro de armas. A su derecha, por debajo del tronco un murmullo de pisadas inquietas.
Se asomó por el costado y, pudo ver un gran hocico achatado escoltado por dos enormes colmillos manchados de verde por la vegetación que de seguro había comido. Un jabalí, pensó, un enorme y poderoso puerco salvaje. El animal parecía muy nervioso, por lo tanto no era prudente hacerse notar, ya que eran propensos a perseguir hasta su propia sombra. Y eso los hacía extremadamente peligrosos.
Despacio, descendió del tronco sin perder de vista al cerdo en cuestión y, realizó un rodeo para poder tomar su derrotero original. No estaba de humor para poner a prueba la veracidad del significado de su nombre en relación con la muerte.
Continuó su camino por un par de horas, siempre al este, cuando al saltar por encima de un arbusto cayo literalmente de bruces al suelo.