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130 Pág. Algo que contar Requiem para el rey de las profundidades
Por Nippur

REQUIEM PARA EL REY DE LAS PROFUNDIDADES

Es el 12 de agosto de 2010 y Sofía Dudko camina despacio por el angosto camino, lleva un ramo de flores en una mano y un pañuelo en la otra con el que seca sus lágrimas, se acerca con la desolación de siempre  a la tumba de su hijo Serguei, en el aniversario de su muerte. Han pasado diez años, pero no ha hallado consuelo, no hay nada que mitigue su dolor. Por el camino se cruza con caras conocidas, las de los familiares que cada 12 de agosto llevan flores para las tumbas de sus seres queridos, por el mismo motivo que Sofía. Para algunos las dudas, para otros la certeza, pero todos saben que si se hubiera procedido correctamente, ellos no estarían allí,  en el cementerio de Serafimovskoye de San Petersburgo.

Y es que Serguei Dudko, más otros 117 hombres, son las victimas silenciosas de la negligencia, los que pagaron con sus vidas los fallos de militares y políticos, que no pudieron primero, y no quisieron después, o quizá ambas cosas a la vez, adoptar las medidas necesarias para acudir al rescate de los sobrevivientes del accidente del K-141 Kursk, submarino nuclear de la Armada de Rusia, perdido con toda su tripulación en el mar de Barents el 12 de agosto de 2000. Después de diez años el misterio continúa inalterable, hoy sabemos lo mismo que aquel agosto. Existe, como es de esperar, una explicación oficial y muchas teorías particulares. Dado que el gobierno ruso desde el principio ha clasificado el hecho como secreto de Estado, sólo nos quedan las especulaciones, pero dejando éstas a un lado, los hechos concretos y reconocidos son los siguientes.