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ZK - SEPTIEMBRE 2009

MICRORRELATO:
Gracias, perfecto ser
 



Keidell/

Llegar a ser tu amigo no fue fácil. En realidad, ser amigo de mí mismo aún me cuesta. Por alguna razón, el destino había fijado para mí dos rumbos y en ninguno de ellos estabas conmigo.
Fui a ver al señor D. a pedirle una razonable explicación. Me dijo que mi rumbo sólo era una orientación en dos direcciones, y que en dos direcciones había cuatro sentidos. Comprendí que no tenía dos rumbos, sino cuatro. Pero miré en los otros sentidos y tampoco te vi.
Volví a ver al señor D. para resolver esta frustrante cuestión. Me dijo que yo partí de una premisa equivocada, que no buscaba lo correcto desde la perspectiva acertada. Deduje que debía buscar tu destino y no a ti misma. Pero caminé hasta donde nuestros destinos se cruzaban y tampoco te vi.
Volví a ver al señor D, D de destino, para pedirle que me explicase claramente todo de una vez. Me dijo que yo busqué el destino de alguien que quizás no buscaba el mío, sino a mí mismo. Entendí que si me buscabas, era por otro camino. Intenté encontrarte por mil y un senderos, pero en ninguno te vi.
Decidí que no había camino que cruzara nuestros destinos, pero entonces él, el señor D, vino a verme a mí… ¡Y te traía consigo!
Me dijo: Aquí se cruzan verdaderamente vuestros destinos. No se te ocurra venir a verme otra vez.
Sin dejar de mirarte dije, no sé si a ti, no sé si a él: Gracias, perfecto ser.


Volví a donde el señor D, meses después, y me miró con cara de pocos amigos. Aun así le dije que le fui a decir: Ahora necesito encontrarme a mí mismo.