El joven Enrique,
al que muchos llaman
hoy en día “el David
Beckham de los Reyes”

Con 17 años, Enrique heredó el trono tras la muerte de su padre.

Enrique era un modelo de caballero renacentista: inteligente, deportista, compositor, de ideas humanistas... Un obsesionado con la forma física que veía como la fábula de la Biblia se hacía realidad.

Tenemos constancia que Catalina estuvo embarazada siete veces, y obteniendo sólo una hija que pasara de un mes de vida, María, que posteriormente se convertiría en la llamada “Bloody Mary” (María la sangrienta). No obstante, el heredero que quería Enrique para la continuidad de los Tudor en la corona de Inglaterra nunca llegó con Catalina.

Recreación de una justa,
muy típicas en las películas
con temática medieval

Pero fue precisamente su obsesión por el físico el que hizo que aquel caballero humanista tuviera un accidente en una de las justas en las que participaba. Al parecer, Enrique se olvidó de bajar el visor de su casco y no hizo caso de los gritos desesperados de sus súbditos que asistieron en la justa.

Pensándose que lo estaban animando, el Rey continuó como si nada y, como resultado, sufrió una grave herida que casi le hizo perder un ojo de una forma algo estúpida y que hizo empezar sus ataques de migraña que lo acompañarían hasta su tumba.

Así, la obsesión de Enrique por la salud se volvió enfermiza. Su padre y su hermano murieron por infecciones y él mismo sufrió viruela y una malaria que se volvió crónica. Aún así, su buena forma física logró que superara estas enfermedades.

También como deportista, Enrique sufrió varias lesiones como, por ejemplo, un pie desgarrado y lesiones en los muslos. Las ligas que usaba debajo de sus rodillas le provocaron una úlcera varicosa que lo afectaría de por vida.