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140Pág.Cocina ZK 2.0 Este mes: Croquetas de bacalao

Son estas cosas que las madres, -sobre todo las de familias numerosas (y esto también lo sabe muy bien nuestra Directora Sandra)-, hacemos para llenar esas boquitas abiertas como picos de pajaritos que se nos ponen cada día a la mesa.

Es muy posible que la oyera en boca de alguna de las veteranas señoras que, en aquellos tiempos en los que yo todavía era joven e inexperta, acostumbraban a comentar sus recetas mientras esperaban les tocara el turno en los puestos de carne o pescado de los mercados que, entonces, era donde se compraban los alimentos, no como ahora en donde la mayoría de las cosas está envasadas: llegas  al “Súper”, coges la bandeja, la pones en el carrito, a pagar y  se acabó la compra. Antes no. Antes, se esperaba uno en el puesto con las demás señoras y mientras, escuchabas las historias que, sobre todo, como ya he dicho, las veteranas se ocupaban de explicar.

Debo decir en honor a la verdad, que estas croquetas, siempre me han quedado muy bien y han tenido mucho éxito cuando vienen invitados a comer, cosa que sucede bastante a menudo cuando se es familia numerosa (eso también lo sabrá nuestra “Dire” Sandra). Pues allí están esperando mis croquetas de bacalao que, por cierto, desaparecen de la mesa como por encanto. Y una anécdota que recuerdo y todavía se comenta entre nosotros, es la sucedida el día en el que mi hijo Santiago, leyó su tesis doctoral.

Me pidió (cómo no) que hiciera unas cuantas croquetas para invitar con  un piscolabis a los asistentes, como se acostumbra, y después de terminada la exposición de la Tesis, tanto asistentes como profesores que formaban el Jurado, nos dirigimos a la sala donde estaban los aperitivos. Cuando quise darme cuenta ¡las croquetas habían desaparecido! Naturalmente se lo comenté a mi hijo Santiago:

—Santi… ¿qué ha pasado con las croquetas?

—Mamá… ¡Se las ha comido todas el profesor  XX! Me ha dicho que nunca había probado unas croquetas tan ricas.

Me quedé confusa pero, al mismo tiempo, muy halagada. Sabía que mis croquetas de bacalao tenían éxito… ¡Pero no tanto!

A partir de aquel día y después de los años pasados, cada vez que mi hijo Santi coincide con aquel profesor, recuerdan lo ricas que estaban las croquetas de bacalao del día de la lectura de la Tesis. Ha quedado en el recuerdo... (Lo que nunca he sabido es si tuvo un empacho de croquetas (¡!)).

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