Milagritos había estado preparando el bufete para agasajar a los asistentes al festejo y se pasó una semana destilando agua de lluvia a la que añadió unos polvos especiales que le compró al Topillo Pitymy en su tienda "Todo es un Chollo" con los que hizo una bebida con gas muy parecida a la gaseosa que tuvo mucho éxito y de la que, además, se agotaron las existencias.Se encontraban todos muy contentos disfrutando de la fiesta; unos paseaban mientras charlaban de mil cosas diferentes y se acercaban de vez en cuando a probar los canapés de frambuesa, de moras y de cerezas que a Milagritos le habían quedado riquísimos y otros contemplaban a los recién nacidos que descansaban entre sol y sombra, dentro de sus nuevas cunitas, un regalo del pájaro carpintero Don Torcuato que las había fabricado con la cáscara de una nuez que le había quedado vacía cuando le regaló el fruto a la ardilla Petigrís con la que andaba tonteando un poco.
Pues como decimos, todos se estaban divirtiendo, paseando, comiendo y escuchando la música de los ratones "Los Melenudos Guay", hijos de los tenderos los señores de Ratónez, que se habían ofrecido para amenizar la fiesta, cuando, de pronto, de la parte en donde se encontraban descansando los dos hermanitos, comenzaron a surgir unos gritos de terror.
—¡Socorro, socorro! ¡Que se la lleva en el pico!