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45 Pág. Pensamientos y esperanzas Ustedes los machos y nosotras las hembras
por Diana Ríos

 

USTEDES LOS MACHOS Y NOSOTRAS LAS HEMBRAS

LA DESICIÓN

No es tan  fácil despertar. Cuesta más trabajo abrir los ojos, que quedarse indiferente ante las situaciones; el creer en una vida  compartida, resulta como un sueño  y mantenerse en esa línea de comprensión depende de mucho amor hacia uno mismo.

A una de tantas sesiones con la doctora, recuerdo que llegue muy tranquila, empezó con su música relajante, su varita  de sándalo para aromatizar el ambiente, se me quedó mirando y dijo:

—¿Qué crees que piensan de ti?
—No lo sé... —le respondí.
—Imagínate...  —ni una palabra salía de mi boca.  Ahora  toma  este espejo... —me dio un espejo ovalado, lo suficientemente grande  como para ver mi rostro.  Ahora dime, ¿qué ves?

Conforme me observaba fijamente en ese espejo,  mi cara se iba desfigurando y la mirada, como si de un demonio se tratase. Mi reflejo era pálido y marchito. Me veía horrible, sin vida. Hasta mi nariz resultaba desproporcionada, el sudor que cubría mi tez resaltaban los poros de la piel. No estaba viendo nada agradable.

—¡Mírate bien! —Decía—,  ¿qué piensas de esa mujer?

Me dejó sumida en mis pensamientos, donde me asaltaban esas imágenes diabólicas que veía conforme iba pasando el tiempo, causaban en mí una horrible sensación.