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39 Pág. Sur-realidades Gauna, el previsible
por Fobio

 

Gauna, el previsible

Decir que Rodolfo Gauna fue capaz de haber elegido el día y la hora de su muerte, sin haber apelado al tramposo recurso del suicidio, parece muy exagerado. Sin embargo, era un tipo tan ridículamente estructurado en todas sus actividades conocidas, que ciertamente no debería descartarse la posibilidad de alguna traza de veracidad en esta fantástica teoría. Gauna era algo así como un estandarte ambulante de la predictibilidad. Todo debía tener su tiempo previamente planeado. Nada, o casi nada, podía dejarse librado a los antojadizos avatares y vaivenes que abundan en la diaria existencia.

Así, Gauna acotaba un tiempo para todo, dejando una gran porción del mismo para el descanso y la relajación por medio de la inactividad, inclusive la cerebral. De lunes a viernes, siempre y cuando no existiese la menor manifestación de cualquier tipo de malestar o dolencia, cumplía religiosamente con las seis horas de asistencia a su lugar de trabajo como empleado estatal, lo que de ninguna manera implicaba la consumación  propiamente dicha de algún tipo de tarea.

Por las tardes, asistía sin falta a la ronda de mate que acompañaba las estériles e inconsecuentes charlas con otros miembros de Libros, Sudor y Lágrimas, el club y biblioteca popular del barrio, al que se había unido años atrás, no por interés hacia ninguna actividad de las que se practicaban en el establecimiento, sino por puro aburrimiento.