“La Muerte Silenciosa”
(Última Parte)
*Artes marciales
El médico los dejó en la puerta del edificio, ya no reía, en realidad los hechos se presentaban muy malos como para hacer chistes.
—Carrados, mientras ustedes investigan estaré atento ante cualquier situación extraña que llegue al Instituto.
—Gracias Scapinni, sé que cuento contigo. Me llamas a mi celular, quiero ser el primero en tener más antecedentes.
Mientras conducía su coche, el Inspector Carrados contra su costumbre iba conversando con su fiel ayudante.
—Creo, señor González, que haremos una investigación entre los elementos policiales, militares y artes marciales —silenció brevemente. Mmmmm, prefiero comenzar con las diferentes escuelas de artes marciales. Acuérdese que tenemos amigos y conocidos.
—Por supuesto Jefe, podemos comenzar, si usted quiere, en nuestro propio grupo de entrenamiento de karate. Mi problema, no sé si es el suyo, es cómo interrogarlos sin que se den cuenta de estas indagaciones confidenciales.
—No se preocupe, el maestro “Bruce Lee” nos ayudará, naturalmente me refiero a mi amigo Ling Fú. Un hombre ya anciano, sabio, prudente y muy inteligente; confío en su discreción.
Ling Fú en realidad era un hombre anciano, totalmente chino; vestía con traje tradicional, su escasa cabellera lucía con orgullo una coleta de cabellos plateados; la casa estaba adornada como si estuviera en China. Afable, respetuoso y hasta parecía débil con su estatura un poco más alta que los de su raza.
De hecho los dos policías conocían la peligrosidad de ese amable ancianito, cuando, reemplazando a los maestros de su escuela de karate hacía sus demostraciones con movimientos que derrotaban a todos sus contendores. Parecía ser incapaz de matar ni a una mosca, proclamaba la paz y evitar los enfrentamientos.
Mientras conversaba con su amigo el Inspector Carrados y su ayudante, sentados en esteras junto a una pequeña mesa tomando un agradable té, quedó pensativo por el relato de los homicidios acaecidos fuera de su mundo.