Pasó entre la multitud hasta llegar a una larga cola donde la gente aguardaba su turno para la ventanilla nombrada. La espera se le hizo interminable, la hilera iba increíblemente lenta y casi saltó de alegría cuando por fin llegó su momento.

Al otro lado un señor bastante mayor de larga barba blanca y gafas de media luna revisaba unos documentos.

—Perdone, eh… yo quería…

En verdad no sabía que debía decir, pero aquel hombre la interrumpió secamente.

—Por favor, rellene el impreso y diríjase a la ventanilla número 12 —ni siquiera alzó la vista para mirarla cuando le pasó una hoja rosada.

Trastocada se hizo a  un lado del mostrador donde encontró una pluma atada con un cordel, rellenó la hoja con sus datos y salió en busca del número 12. Cuando lo encontró de nuevo se topó con una interminable hilera de personas. Otro largo rato esperando hasta que llegó frente a un señor de mediana edad también atareado como el anterior. Este recogió su hoja y le dio otra de color amarillento.

—Preséntela en la ventana 7.

En esa ventana se alegró al encontrar que solo había por delante cuatro personas más.

La recibió una mujer con cara de malas pulgas que le devolvió el impreso.

—Esto no se entrega aquí —dijo bruscamente.
—Pero el señor de la ventana 12 me ha dicho que fuera a la 7.
—Sí, pero esta es la 7A y donde debe ir es a la 7G —le señaló a la derecha donde bajo otro número 7 había una G en miniatura.

Fastidiada por su fallo fue hacia la ventanilla correspondiente. Allí la atendió una mujer con la misma cara de vinagre que la anterior.

—Señorita necesito también la copia de su ficha para que se la pueda sellar.
—¿Y eso donde está?
—En la ventanilla 12.
—Vengo ahora de allí y no me han dado nada más.
—Sin su ficha no puedo ponerle el sello.