SALSA... La imponente fuerza de este ritmo con sabor caribeño ha sido su motor. El talento innato sumado a un tenaz trabajo ha forjado su camino. Hoy es poseedor de una trayectoria de excelente reputación en el mundo de la Timba cubana, donde su nombre ya es “Marca Registrada”
Desde Suiza, les presentamos a este artista que con gran estilo latino hace mover a miles de fans por el mundo y ha sabido ganarse el respeto y admiración de sus colegas. Pero Esteban no se ha subido al caballo de la fama. Conserva al pibe de barrio en su interior. Un hombre sencillo y afable; de carácter inquieto y alegre que ha realizado todo tipo de actividades, algunos trabajos, verdaderamente insólitos, hasta encontrar en el baile su vida, su vocación.
Actualmente es bailarín, profesor, coreógrafo... ¡también escritor! ¿Cómo lo hace? Es lo que quisimos saber y como a una servidora no le gusta quedarse con la duda... ¡allí fuimos!
—¡Hola Esteban es un placer conocerte! Está de más decirte que estos últimos días, he visto tantos vídeos y he leído artículos sobre ti, que debo reconocer que aún tengo el ritmo en mi cabeza. Salsa, para mí: una sustancia, caldo, etc., además de un ritmo, claro. Para ti: un estilo de vida. Pero antes de entrar en tema, una cosa que me llamó la atención... dime, tú, de origen uruguayo e hincha de independiente... ¿cómo es eso?
—Bueno, ante todo soy hincha de Peñarol de Montevideo. Lo cierto es que toda mi vida fui muy, muy, muy futbolero. Me hice también del Rojo al llegar a Bs. As. en el ‘75, por eso de que es lindo tener un cuadro que alentar en el país que lo recibe a uno. ¿Por qué Independiente? Creo que por esto: me veo en Uruguay, a mis 9 o 10 años, tirado en la cama de mis padres y mirando en la tele en blanco y negro un partido de Independiente. El comentarista mencionó los 7 triunfos del equipo en la copa Libertadores. Ese récord me impresionó mucho. Unos añitos más tarde, seguramente eso motivó mi elección en la vecina orilla. Pero me tomé muy en serio mi papel de hincha en Avellaneda. Iba al estadio (hablo de los años ‘75, ‘76 y mitad del ‘77) e incluso escribí una cancioncita que le enseñé a unos partidarios del Rojo, que tenían más o menos mi edad y la cantábamos para el deleite de los que nos rodeaban en las gradas.
¡Aún la sé de memoria! Decía:
De la mano de Pavoni,
con el toque de Bertoni,
la gambeta de Bochini
y el gol de Astegiano.