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21 Pág. Música Esteban Isnardi

 

Para contestarte bien lo de la magia que se apaga yo no lo viví. No es por eso que voy por otras. Fue independiente de mi voluntad. Pero es como todo, también debe suceder así con los bailarines. Yo tengo otro problema: creo más en la duración de una pareja de baile que de vida. Hablo en lo que a vibrar se refiere. Y esto no me pone nada alegre. Muchos dirán que no encontré mi dulcinea. Escéptico: dudo, dudo, dudo...

—Tu profesión te ha llevado lejos... dime, habiendo estado en muchísimos países, ¿en cuál de ellos notaste más pasión por el baile?

—Sin duda diré los países del Este o del ex-denominado bloque del Este. Pienso más particularmente en Hungría, Serbia y Ucrania. Pero esto es subjetivo. Es también por las cosas que allí viví. Los húngaros tienen un frenesí alucinante, una locura linda, galopante. Son infatigables. Con un humor que te descoloca, que no le teme a lo absurdo. Las fiestas en las cuatro ciudades de ese país donde enseñé, no terminan nunca. Los serbios tienen algo parecido. Bueno, eso se podría decir de muchos países, es más bien un percepción muy mía si lo destaco más aquí o allá.

Un grupo de Serbia salió campeón del mundo de rueda (salsa en grupo), el año pasado. Muchos de sus integrantes habían asistido a mis clases en una o varias de mis 7 estadías profesionales en Belgrado. ¡Un orgullo!

Ucrania se está abriendo cada vez más. En los países del Este la salsa es algo emergente. De ahí sin duda mi percepción de un entusiasmo y de una frescura distinta a los países occidentales, quizás por eso de la pasión eslava, se nota menos.