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108 Pág. Escritores Pili Galera Muñoz

Mi último poema

Tengo
sandalias con clavos
comiéndome a mordiscos los pies,
de esos mordiscos que te muerden
que mascan
con las encías quebradas
donde todos los huesos parlotean
esquivos
con un hilo de risa.
Sí... sí, tengo
dos hombros de cemento
comiéndome a mordiscos los brazos
desposeídos de humor
sin pasaportes (como Josep Conrad)
que me impidan abrazarme.
De tu rostro huyó un amor.
Así que me quedo
con las ratas de Central Park
clavadas en las costillas,
con el The Solease del indecente Bukowski
que bajo la voz
estornuda
mi último poema.

 

Poema bicéfalo

"Demócrito sostiene que no puede haber un gran poeta sin unas gotas de locura."

 
Sentada
con dos cabezas
y un abrazo de cuatro brazos
nació.
Abre las narices
aletea el subconsciente.
La palabra sufre
inventa la risa al borde de la tinta
en poemas imperfectos
(sin hormigas, sin caracoles, sin lagartijas)
en papel de araña (con arañas).
—¿Entender qué? ¡Es rebelde!
Sentada
juega una niña
con dos caballitos de juguete
con dos puertas azules
con dos góticas ventanas
en un puzle de dos bolsillos.
Dos labios con dos bocas
mordisquean…
aquel cadáver exquisito
con hambre de pez.
Hacia lo incierto y absurdo
—sin freno en los dientes—,
sentada continúa su loca carrera.
Incomprendida por el vulgo
la memoria fallece,
los libros se cierran
sin órganos que funcionen.

Y vuelve a nacer,
necesita jugar llorar y comer
(la rosa espera al jardinero
mientras haya luz).
Un poema, una niña