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75 Pág. Abuela Xanino Los cuentos de la Abuela Xanino

 

       La primera que salió a la calle fue, por supuesto, la Lagartija Trapisondas con la cámara colgada del cuello, con sus vaqueros más cómodos, un poco rotos por las rodillas, y las deportivas de color rosa de la última hornada que vendió Pitymy en su tienda "Todo es un Chollo", dispuesta a perpetuar todos los acontecimientos en su Revista “Dimes y Diretes”, y los siguientes fueron las Bandas de Música.

       Los moscardones uniformados de azul con sus instrumentos bien afinados, comenzaron a pasear despertando a los habitantes del jardín para recordarles que era el día de la votación del Alcalde.

       Aquella algarabía dio todavía más alegría a la fiesta y nadie se quedó en casa. No había ninguno que no estuviera contento y el que más y el que menos se hacía el misterioso para que nadie supiera a quien iba a votar, sólo se conocía el candidato de la Babosa Milagritos que, de todos era bien conocido, sería su marido el caracol Tadeo.

       A las nueve de la mañana comenzaron a pasar por las mesas todos los mayores de 18 años que, además, iban en familia, como si fuera un día tan entrañable como el de Navidad y luego de echar su papeleta en la urna, muy contentos se marchaban a la chocolatería "La Liebre enana", a tomarse un chocolate con churros que era el mejor que se podía tomar en todos los jardines de la Urbanización.

       Cuando llegaron las diez de la noche no había nadie en la calle, ni tan siquiera los niños. Todos estaban frente al televisor esperando los resultados.

       La cosa estaba muy reñida aunque desde un principio se sabía que la lucha iba a ser entre el Topillo Pitymy y el Caracol Tadeo porque el  Ciempiéééés... ¡vamos, que lo tenía todo perdido! Nadie sabía cómo había podido tener el atrevimiento de presentarse como Alcalde con la mala salud que tenía.