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85 Pág. Taller literario El abanico de la literatura

 

Uno de los grandes enemigos de la producción poética es el pensamiento errado de que el poema “nace”, y el poeta es un ser pasivo que solamente precisa esperar la inspiración de las Musas, o sea, que las Musas escriben y el poeta tiene el trabajo de ir hasta una editora para que el libro sea publicado y después recibir el dinero del derecho autoral. Hace dos meses me llamó por teléfono una señora que tuvo una inspiración poderosa y escribió tres poemas “sin pensar en nada”, según sus palabras. Decidió hacer las ilustraciones, pues ella es artista plástica y envió el libro a varias editoras. Ninguna lo quiso publicar, la autora se sintió herida y decidió publicar su libro, eso no tiene nada de malo, el problema fue que no consultó ningún profesional del área pero mostró los poemas a los amigos y familiares. Recibió muchos aplausos, quedó feliz e invistió en su libro infantil, como el libro no vendía ella vino a mí porque quería un profesional.

Recibí un ejemplar del libro. Lamentablemente ni las bellas imágenes salvaron el libro. Sucede que escribir poemas para niños no es tan solo hacer rimas. No es rimar “muñequita” con “bonita” y ya tenemos un excelente poema. ¡No es tan fácil! Un poema infantil necesita de un trabajo inteligente de varios elementos: imágenes, metáforas, juegos lingüísticos,  sustantivos concretos, rima, ritmo, entre otros. Los poemas de la nueva poetisa eran buenos, es verdad, pero para publicar un libro los poemas precisan ser muy buenos, excelentes.

Yo conozco personas que escriben poesía desde la época de la infancia o de la adolescencia y les cuesta decidirse a publicar un libro porque siempre tienen miedo de haber conseguido traducir sus pensamientos y sentimientos en lenguaje poético. La poesía es un asunto que nos engaña, porque parece fácil y es difícil. Raramente el primer poema que escribimos tiene calidad literaria suficiente para ser publicado.

Mi primera impresión era que el libro no tenía público, porque los temas eran para un público infantil, pero las palabras empleadas eran para el público adulto.  Ese es uno de los errores más comunes.Para no ser injusta envié el libro a una amiga que fue profesora universitaria del área de letras durante 30 años. Mi amiga leyó el librito y  me llamó por teléfono: “¡Que poemas pobres! Las rimas son pobres, las imágenes son pobres... no tienen metáforas, y lo peor es que tiene varios errores”.

Uno de los poemas comenzaba diciendo: Amaneció el día, una redundancia innecesaria, porque la noche nunca amanece. Amanecer, según los diccionarios es el “período en que surge la primera luz del día”.  El segundo poema decía:  “al final la historia termina”. Otra redundancia, pues si es el final, lógicamente que la historia tiene que terminar.