Esperaba los segundos, los minutos…, las horas. Nada.  Inesperadamente, le  llegaba un correo, hecho suficiente para devolverla a la vida.  Volvía a pensar que esas palabras llenas de cariño,  esas que un día fueron para ella como un resurgir al amor, volvían para quedarse…, pero  no.  Aunque no lo quería admitir.

Hasta hoy no he tenido las palabras adecuadas  que le ayuden a replantearse la situación y encuentre la paz que necesita.

Es cierto que muchas  veces la soledad es una buena  compañera, pero otras…,  resulta en una mala consejera.

En ocasiones la vida nos sorprende o nos desilusiona con cambios bruscos que hacen que perdamos el equilibrio.   

Estas situaciones por lo general, son muy difíciles de superar, como le ha pasado a mi amiga. Va siendo hora de buscar algo “real” que la haga feliz,  y en su búsqueda habrá muchas sorpresas.

El tiempo le fue arrebatando todas esas palabras bonitas que le dijeron, junto con  el muchachito ideal (así nombrado por ella), una ilusión que habitaba en esa computadora, a miles de kilómetros de distancia. Una relación deseada, más  no concretada.

Muchos somos los que pasamos tiempo tras un PC.  ¿Sabemos acaso el daño que hacemos cuando interactuamos a través de escritos con otros, o las emociones que despertamos en otras personas?  ¿O tal vez tenemos un serio problema de baja autoestima, que nos hace creer en unas palabras escritas y no percibimos la realidad que nos rodea?

Eso me ha hecho reflexionar acerca de su soledad.  Su situación no era reciente,  pero no fue capaz  de darse cuenta de ello hasta que esa ilusión la abandonó. Al irse la ilusión…  pudo notar el frío de esa soledad. 

¿Cómo ayudar a una persona que se encuentra en tales circunstancias?