—Sirvo para crear un orden en vuestras vidas. Nacéis conmigo y morís conmigo, siempre hay un tiempo para cada cosa que hacéis. Cada cumpleaños es un tiempo pasado, cada día, pasó el tiempo que se llama ayer, y en la esquina espera el tiempo que se llama mañana aunque todos somos uno pero escogemos diferentes nombres para poder ayudaros si no, vuestro mundo sería un caos inmenso.
Marujita sonrió mientras pensaba en aquel momento de quietud bajo el árbol con el libro de cuentos entre las manos. Aquel era su tiempo de descanso y se le ocurrió preguntar:
—¿Y de qué color es el tiempo? Porque yo, ahora, te he vestido de azul.
—Puedo ser de cualquier color, según el hombre me vista. Si está alegre soy azul o amarillo, si está esperanzado me viste de verde, si apasionado me pone una túnica roja y, en ocasiones me viste completamente de negro… Esos son los peores momentos que tiene el tiempo. Entonces, todo es oscuro, lúgubre, triste.
Nunca debes permanecer al lado del tiempo vestido de negro, Marujita, cámbiale rápidamente el vestido negro por el verde y siempre serás feliz…
—¡Marujita…, Marujita…! ¡Ven a merendar! —llamó la mamá desde la puerta de la casa.
Marujita, dobló su tiempo inventado y lo guardó en el bolsillo. Ahora, era tiempo para merendar, luego, volvería a jugar con él.
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