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71 Pág. Abuela Xanino Los cuentos de la Abuela Xanino

 

—Milagritos, ¡no! Las bicicletas son muy caras y tú no necesitas ninguna. Los niños empiezan el colegio este curso que viene y tenemos que ahorrar para comprarles los uniformes, los libros y todas esas cosas que necesitan cuando van al colegio, así que no hay bicicleta —y muy serio, se puso las gafas, se sentó en la mecedora y empezó a leer el periódico para saber qué pasaba por el mundo.

Milagritos se puso muy enfurruñada pero, ni corta ni perezosa, ella que era muy terca como ya sabéis, dijo que tenía que hacer unas compras y se fue a la tienda del Topillo Pitymy “Todo es un Chollo” para curiosear el precio de las bicicletas. Y cuando lo vio, a la pobre casi le da un soponcio porque eran ¡carísimas!, incluso las que venían de China y pensó que Tadeo tenía razón. Pero eso de que ella no tuviera ningún vehículo y la Conejita Priscilla sí, no le hacía mucha gracia y curioseando, curioseando por la tienda, encontró algo que le gustó y se lo compró. ¿A que no sabéis qué era? ¡Un patinete! ¡Sí señor! Estaba un poco oxidado y no tenía frenos pero bueno, eso le sirvió para regatear con el topillo Pitymy que le hizo una rebaja fenomenal. Al día siguiente era sábado y hacía un día hermoso aunque algo ventoso y eso los tenía a todos un poco malhumorados, el caso es que Milagritos, cuando salió de paseo iba montada en su patinete delante de su familia el Caracol Tadeo y sus hijos Fidelio y Maritere. Tadeo la miraba con cara de decir: “verás éstaaa, la que se va a dar con tanto patinete”, pero no le dijo nada porque sabía que Milagritos era muy suya y no hacía caso de lo que se le decía. Iba saludando a unos y a otros, muy contenta y en esto que se cruzó con la bicicleta de la señorita Priscilla. Cuando vio que la adelantaba porque la bicicleta tenía más velocidad que su patinete, Milagritos pensó que ella también podía hacerlo y le dio marcha con el pie al patinete. Cuando cogió velocidad, puso los dos pies encima y salió a toda marcha paseo adelante para alcanzar a la señorita Priscilla, pero como no podía frenar, al llegar a la curva ¡catapum!,   salió despedida de cabeza al estanque.

¡Otra vez la que se armó! Milagritos subiendo y bajando del agua, la carpa Doña Bigotona que estaba de mal humor, detrás de ella pegando bocados a ver si podía tragársela porque estaba ya de Milagritos hasta el moño, los peces de colores, que nunca habían visto una Babosa, iban a por ella y la pellizcaban y la mordisqueaban creyendo que era un juguete y Tadeo intentando agarrarla por donde fuera para que su Milagritos no se ahogara.