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24Pág.Ciencia y tecnología Cucharilla versus burbujas

 

Bien, ya tenemos la explicación al por qué al abrir una botella de cualquier bebida carbónica es solo cuestión de tiempo que va perdiendo gas de forma progresiva.

También es fácil comprender como si aún encima “ayudamos” agitando la botella, el proceso irá más rápido. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando los ganadores en motociclismo o automovilismo celebran sus triunfos.

Si además tenemos en cuenta que la temperatura no es otra cosa que una medida de como las moléculas se mueven, tampoco es difícil entender porque el proceso de escape del gas desde el líquido varíe con la temperatura. A más temperatura menos gas disuelto. La siguiente tabla [2] explica esto de forma simple.


Tabla 1

Como se puede ver, si una botella está abierta a la temperatura de unos 5ºC (que es la temperatura media en el interior de un frigorífico) contendrá unos 3 gramos de gas por kilogramo de agua. Como una botella de champagne contiene aproximadamente 700 gramos de agua, una vez que la abramos quedarán unos 2 gramos de CO2 . Y si la dejamos abierta en la mesa, como la temperatura va aumentando, inevitablemente irá descendiendo su contenido en gas. Obviamente, todo esto es aplicable aproximadamente igual a cualquier bebida con gas: agua mineral con gas, cerveza, refrescos con gas, etc.

Por cierto, cuando una de esas bebidas a temperatura muy fría llega a nuestra boca (que está a casi 40ºC) el cambio de temperatura es brutalmente rápido y el gas sale del líquido de forma violenta golpeando nuestras delicadas paredes de la garganta, lo que suele producir una sensación incluso dolorosa. Una vez que nuestra boca disminuye su temperatura trago tras trago, el proceso ya no es tan intenso y podemos disfrutar de la bebida.