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106Pág.Escritores Lili Frezza

 

“Y nos dieron y… la una y las dos…”, y yo seguía escuchándolo. Dentro mío había varias mujeres que descubría cada vez, hasta poder llegar a ser hasta la Magdalena, guardando yo también no “grasa en la guantera” pero sí miles de subterfugios adecuados para mi nueva situación, en la que estos amores paralelos me hacían temblar no pudiendo soportar las “escenas del sofá” ni el “columpio en el jardín”, sólo deseando “morirme contigo si me matas y matarme contigo si te mueres”.

Mi marido tiene una visión más paternalista, es el consejero de esa muchacha que se dedica a prácticas non sanctas, es el Yira Yira del Norte “cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás”, cuando desesperadamente busqués “el pecho fraterno donde morir abrazada”.

Lo mismo dice Serrat “por más que te remoces perderás el zapato antes que den las doce”. Estamos ante un magistral letrista de tango, el Discépolo español. “Cuando manyés que a tu lado se prueban las pilchas que vas a dejar” es el “encerrada en tu burdel y sin nada que ponerte”.

Mi amante la ensalza, habla de “su corazón tan cinco estrellas”, de la soledad que puede llenarse buscando en los brazos de “la más señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras”.

Cuántos hombres sin esa mano amiga, sin la contención de una pareja, vivan en ese rato de amor prestado, una bella historia de amor sin pasado y sin futuro, en un presente en el que “ya no juegas a las damas ni con tu mujer”. Ahí esas prácticas non sanctas tienen el raro sortilegio de la ensoñación misma que se nos hace carne en esas “caderas de leche y miel”.

Digamos que esa “Cenicienta de porcelana” ha podido superar los obstáculos de esa vida de placeres convirtiéndose en una reina de la prostitución, pensando que hagas lo que hagas si lo hacés bien, seguís siendo la Señora que vende o regala sexo también para proporcionarles a los que necesiten lo que están buscando. Una samaritana del sexo. Sabina defiende a sus marginales, sabe que la vida no es toda redondita, ni lineal, se sube y se baja, se gana y se pierde.

Ahora están juntos rodando por el mundo, trayéndonos la poesía, la alegría y el desamparo, el amor y el dolor tan juntos como sólo pueden estarlo ellos, con esa humildad que solamente poseen los grandes de verdad, como dos trovadores que trasladan sus experiencias de vida, recreando las fantasías, inventándonos algunas nuevas, llorando por los amores perdidos y festejando los diecinueve días de esas quinientas noches eternas.