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107Pág.Escritores Lili Frezza

 

Y los amo como ayer, los descubro maliciosamente juntos con esa complicidad de saborear esta madurez de la vida de ellos y mía, penando por esas carnes firmes que ya no están , pero sólo ellos saben que sigo siendo “Lucía”, “Penélope”, “Magdalena”, “Irene” y su esposa y amante más fiel.

A vuestros pies caballeros y “pa’ lo que gusten mandar’.


 

Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero

Niñez y adolescencia escuchando enfurruñada a Gardel y mi viejo que insistía. Cómo no iba a salir esta mujer melancólica, si de esos tangos me alimenté, de la mina que se fue y las pilas de los timbres que se secaron, volviendo al cotorro desarreglado, cuesta abajo, diciéndole adiós a los muchachos de Almagro, Almagro de mi vida, eran doce hermanos, la vieja una santa y el pobre hombre que lloró como una mujer cuando vio el cogote de la gallina vieja, que era la esplendorosa rubia Mireya que amó de pibe, amores de estudiantes que duraban sólo un día y el ciego que tocaba la sonatina de Darío, cuando se escuchaba el grito ensordecedor de Leguisamo solo y el muchacho aquél del primer piso lujoso que desconocía el llanto, vagando por su arrabal amargo buscando a la buena mujer de la pinta de bacana, que se acuerda de su amigo cuando ve que todo es mentira y su ropa se la prueba la minita de carnes firmes, rodando por Callao busca al loco que está ausente, y en un café de Gaona y Boyacá sorben el último café juntos pensando cómo cambian las cosas los años.

No puedo escapar de esos mensajes de amor que terminaban en tragedia cuando el pobre tipo decía arrésteme sargento, que Dios si puede me perdone.

Y entonando el día que me quieras tres amigos recorren Caminito, donde se juntan Don Chicho y Napoleón y dale que va…mientras la pobre solterona se asoma a la ventana, creyéndose madame Ivonne como la costurerita que espera al hombre aquél que le regale un vestido que no sea de percal y la convierta en Margot, mientras desde un balcón aquellas golondrinas se unan en canto fraterno para recordar cuando en lo de Hansen se bailaba una milonga entradora y Yira que te Yira, el mundo es una porquería y el polaco con su garganta de arena, es parte de los mareados, rememorando a la última que no le vaya a fallar, se pone un viejo smoking y se desencuentran en éste Mi Buenos Aires querido. Cómo pretenden que no sea así, una mina peregrina y soñadora que volvería a la casa de los viejos para dormir en ese cuartito que pintaría de azul, por supuesto y abrazada a un rencor seguiría con esta cabeza de novia que de todo se olvida.