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114Pág.Abuela Xanino Los cuentos de la Abuela Xanino

Cabezagrande, que quiso ayudar a su amiga, como era la segunda para recibir la condecoración, no se sabe muy bien por qué, en el tumulto todo el mundo creyó que ya habían dado las dos medallas y se quedó sin ella, lo que le dio tanta pena que le entró una llantina de padre y muy señor mío.

Pero ahí no acabó todo. Como decíamos en otro cuento, resulta que el marido de Doña Pelitos que estaba jubilado, se había hecho amigo de las abejas que libaban en la flor del tomillo y tenían por costumbre regalarle los excedentes de miel para que alimentara a su numerosa familia, y aquel día, todas las abejas quisieron participar de la fiesta mientras los zánganos, que son los que hacen el trabajo duro, cuidaban de su reina. La cuestión era que pusieron la miel en unos tarritos que fabricaron con los  capullitos de la flor Diente de León y los colocaron  encima de la hoja más grande  de un nenúfar que encontraron en el lago del jardín para que todos pudieran probarla a su gusto, pero la pobre Milagritos con los traspiés que dio antes de dar con su cuerpecito en el suelo, para intentar no caerse, se agarró a la hoja de nenúfar que hacía de mesa, con tan mala fortuna que los tarritos saltaron por los aires pringando de miel a todos los asistentes.

¡La que se armó! El Caracol Tadeo que era muy dispuesto para todas las emergencias,  al ver aquel desaguisado y a la gente gritando sin poder desprenderse de aquello tan pegajoso, llamó al Presidente de la Comunidad el Búho Don Miratodo para pedirle que abriera la piscina y todos pudieran bañarse y quitarse un poco  la miel pero, también hay que decir que el Señor Alcalde del jardín de al lado, el Mirlo Don Amarilis, se fue enfadadísimo y sin querer bañarse porque dijo que en el Jardín de Milagritos no había seriedad y todo era un desbarajuste y que no volvieran a contar con él para nada.