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119Pág.Algo que contar Nadie muere por no leer. ¿O sí?

 

¿Tenéis frío aún?  Esa manta polar que compramos el invierno pasado y que tan bien nos abrigó en las gélidas noches... no estaría nada mal, ¿verdad? ¡Vale, rápido, id a buscarla antes de que la escena se diluya!

Acto seguido, si os apetece y el libro que elegisteis va acorde con la ocasión, podríais poner algo de música, la que os guste más. Pero ¡cuidado! Que suene muy bajito, casi un murmullo. No queremos que nuestra mente se distraiga y eche a perder este idílico momento. ¿Ya está? Muy bien, estamos cómodos, el aroma de nuestra infusión favorita impregna el aire, creando una nueva fragancia al mezclarse con el olor de los leños al arder. La manta nos envuelve en su abrigo permitiéndonos distendernos, relajarnos mientras nos cobija la calidez del hogar.

¡Mágico, exquisito! Pero... ¡nos falta acondicionar la luz!

No deseamos un ambiente demasiado cargado, tampoco pobre de luminosidad, nos obligaría a forzar la vista y no queremos eso. Una lámpara con una luz adecuada que nos venga desde atrás, preferiblemente y que esté direccionada hacia nuestro preciado centro de atención: el libro. El resto del lugar puede quedar en penumbras. Aunque no lo crean es un detalle importante en todo este ritual. Otra variante de esta placentera atmósfera, sería eliminar la música de fondo y aprovechar los recursos naturales. Por ejemplo, si afuera está cayendo un diluvio plagado de rayos y truenos, podría ser el marco imprescindible para las obras tétricas y fantasmagóricas. También puede valer para crímenes y misterios. Ahora estamos en el punto sin retorno. Nadie en su sano juicio desaprovecharía una oportunidad como ésta para "devorarse" cualquier obra literaria.