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67Pág.Rincón policial El Inspector Carrados

 

   —¿Estás de acuerdo conmigo, Doctor, que pudieron ser disparados por rifles o pistolas de aire comprimido?
   —Totalmente de acuerdo. La policía uniformada fue avisada por los vecinos que encontraron a los finados en la vía pública de distintos barrios, cada uno con su pistola en sus manos sin que hayan logrado disparar. Las huellas dactilares de las armas corresponden a sus dedos; me contaron que ambos hechos ocurrieron a pocas horas de iniciada la noche.

Cerró las cajas y, siempre con su costumbre de tomar de los brazos, sacó a los policías de la morgue.

   —Creo, compadre, que este puzle te será difícil de resolver. Fue una muerte silenciosa.

*Hay un Escuadrón de la Muerte

De vuelta a la oficina del joven forense, éste dejó de reír, la cosa estaba seria y muy oscura.

   —Quien los asesinó sabía perfectamente que es muy difícil rastrear el arma que disparó las pequeñas esferas de acero —la voz tranquila, clara y pausada del Inspector Carrados era oída con religioso silencio—.  Los rifles y pistolas que funcionan con aire comprimido o gas CO2, si bien es cierto que tienen estrías en el interior del cañón para darle a los proyectiles un movimiento rotatorio y, por ende, una mejor puntería, dejan escasa o ninguna huella en los balines de acero.
Suspiró y  retomó su manía de acariciarse la barbilla cuando estaba concentrado en sus pensamientos, para continuar sus conjeturas.
   — Por otra parte, también las armas de fuego traen las consabidas estrías con el mismo objeto, pero como son balas de plomo o recubierto el plomo con blindaje, siempre dejan una misma huella en todos los disparos siguientes a partir del primero que deja microscópicas “fallas” en el interior del cañón y que quedarán iguales para siempre… algo así como las huellas digitales. Caballeros, tenemos a  uno o a varios astutos  asesinos —sus palabras sonaban a sentencias—.  No acepto la tesis que los delincuentes se están matando entre ellos; a los “choros” les gusta hacer ruido, aspaviento  de sus fechorías. El ruido de los disparos los enardece e incluso les resta miedo a la muerte. No, no… «Definitivamente no son hampones comunes, pues por otra parte ya sabemos que estos dos desgraciados  suman, dentro de lo que creemos, 33 muertos en diferentes maneras silenciosas. Por favor, señor González, continúe usted el resumen de lo que tenemos hasta hoy.