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57 Pág. Pensamientos y esperanzas Ustedes los machos y nosotras las hembras

 

Con llanto en su cara, quizás antes ese chantaje podía haberme frenado, ese día no hizo nada, sin soltarlas de mis manos, él se despidió, les dio un beso y nos fuimos en mi carro y mis cosas en el otro.

Debo decir que por un momento sentí un gran dolor en mi pecho. La partida,  el miedo, la alegría, no sabía cómo describirlo..., iba hacia la libertad que tenía frente a mí,  pero también hacia lo incierto, pues  no sabía cómo era,  cómo se sentía, cómo se disfrutaba.

“Lo primero que haré..., decía,  voy  a caminar  entre las piedras de aquella playa lejana y tanto soñada,  que mis hijas corran en la arena y jueguen con ella.  Que se llenen de alegría de no escuchar  más discusiones y maltratos; que aprendan a sonreír tanto... que será mi objetivo de vida: Sonreír, sonreír, sonreír. 

Mis hijas tienen que aprender a sonreír, a hablar sin que nadie las maltrate, a equivocarse sin un grito y a enfrentar sus errores con aplausos al resolverlos.  Como mujer me debía mucho,  ya tenía una deuda de amor, que no podía saldar.  Tenía que aprender a quererme a mí misma, a respetarme primero a mí, a aprender que la felicidad no la puedo tener si no me quiero primero.

A llenar la bañera de agua y acariciar mi cuerpo y mi rostro, a quererme tanto que grite ¡Estoy viva! ¡Estoy viva!  Tengo que reír, porque ¡estoy viva! Tantas veces como fuera necesario.  A  dejar por fin esas rocas que la vida había puesto sobre mí y que hasta ahora las llevaba cargando... ¡botarlas  de mi vida! A bailar, a disfrutar; aplaudir mis logros con amor, a tomar a mis amigos y confidentes para bailar, sin tropiezos,  sin temblor.

 

¡Volar hacia la libertad!

...Pero una libertad dispuesta por amor.

FIN