Mujeres... ¡Vaya temita! No soy Brad Pitt ni George Clooney ni... ¡Jorge Sánchez! Pero claro, las chicas están, las fans, las groupies... porque soy el hombre del póster por las calles, el que está en la foto, el invitado que por motivos de publicidad los organizadores promueven como estelar, poco menos, a veces, que como un ente estratosférico. Pero eso es el business, es la escoria de la vida, la espumita de la ola que se va, que se va, que ya desapareció. No me engrupo yo mismo con esos espejismos. Hay chicas que esperan a la salida del hotel, que golpean a la puerta, que mandan mensajes, que te siguen al baño en las discotecas. No soy un santo. Vivir, viví...
Pero hoy por hoy no me interesa más eso. Incluso le huyo. Me entristece. El núcleo de la vida no está ahí. Eso es histerismo. Afán de figurar como dice el tango. Ese que quieren no soy yo. Es la imagen fantasmagórica de lo que ellas quisieran que yo sea. Ellas se buscan y se quieren ellas mismas mediante mi personita.
Además soy un chico de barrio. Los amigos con los cuales me crié no dejan que me agrande. En mi cabeza me repiten: "Che guarango, que te creés que sos ¿estrellita estrellada? No te olvides de qué barrio venís, de qué barro salís". Ahora que me doy cuenta... me preguntabas si quieren ser mi pareja ¡DE BAILE! Jajaja ¡Perdón!
—¡No, por favor! Está bien, continúa, ¡que estoy de lo más entretenida con estas confidencias!
—Se ve que en estos tiempos ese tema de lo superficial en el ambiente salsero y de las carencias afectivas y de mi soledad profunda me trabajan por dentro, como el reclame del yogur Danone. Pero recalco: no quieren ser mi pareja de baile en sí, salvo algunas claro, quieren más bien tener una intimidad (no importa la forma que ella cobra) con este tipo llamado Esteban Isnardi con el cual convivo esquizofrénicamente.