—En la época del Rawson que nos juntó con Jorge, una vez llegado a casa y como vivíamos en un cuchitril pero en plena Avda. 9 de Julio, con sus plazoletas donde aun se podía pelotear, me las pasaba jugando al fútbol. Tras eso el deporte tomó siempre una parte preponderante en mi vida. Practiqué fútbol en equipos de Ginebra, no era tan bueno, pero cumplía mi labor decentemente, hice Full-contact (boxeo pies y puños) y Nunchaku (dos palos con una cadena en el medio). Después seguí manteniendo mi forma física en fitness y, desde hace unos 15 años, hago diariamente ejercicios de fuerza (peso de mi cuerpo, barra, pesas de mano) y de estiramiento. Esto disciplinó mi vida. Lo de mente sana en cuerpo sano, fue y es mi lema. Claro que esto es primordial para mi oficio, y para cargar, en las acrobacias ¡con 50 y pico de quilos de músculos de mis bailarinas! No tomo, no bebo. Pero no por lo del baile. Porque no me gusta. Nunca probé ningún tipo de droga. Un bicho raro.
¡Qué aburrido que soy...! ¿No?
—No, no creo que seas aburrido. Inteligente, sería el término. No tienes que luchar con vicios y dispones de pleno uso de tu fuerza y aptitud. Eso es algo que dentro de ciertos ambientes, sobre todo el artístico... muchos han dejado la vida por ser “divertidos”. Y hablando de cosas “saludables”, la pregunta del millón de los “rellenitos”. ¿Ayuda a moldear el cuerpo y bajar de peso?
—Claro, es una actividad física, se queman calorías, la salsa se baila con el corazón pero hay que ponerle un poco de pulmón. Se requiere resistencia, una cierta flexibilidad, es un esfuerzo sostenido y sin exageración, o sea la definición misma de lo que es benéfico para el corazón, la cosa es tomar agua y no cerveza entre los bailes, es menos festivo, pero más eficaz si adelgazar se quiere.
—Esteban, se nota que eres un hombre dinámico, muy motivado y con una energía impresionante... ¿Qué haces para relajarte?, ¿frenas la marcha de vez en cuando?
—En realidad debería, pero tengo que reconocer que soy poco dotado para la calma y poco proclive a la relajación.
Los momentos con mi hija son los que más paz me procuran, CLARAmente. Escribir o leer en los bares cuando puedo, aunque lo hago mucho menos. No sirve hablarme de yoga o de meditación, no estoy hecho para eso. Y duermo mal, todo entrecortado, con insomnios a veces. Ya ves, ¡toda una pilita eléctrica!
—Sé que hace mucho vives en Suiza y me imagino que a estas alturas estarás como en casa. ¿Te costó adaptarte? ¿Conservas algo de la nostalgia rioplatense?