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136 Pág. Algo que contar Requiem para el rey de las profundidades

 

Las imágenes muestran a una madre gritando con todas sus fuerzas a los altos mandos, y una mujer —supuestamente médica—, se le acerca por detrás con una hipodérmica y le inyecta algo que hace que la pobre mujer pierda el conocimiento y se desplome mientras es rodeada por varios oficiales. Uno de ellos invita con toda amabilidad a los medios de comunicación que abandonen la sala. Esta grabación fue censurada al día siguiente.

Para aplacar a la opinión púbica, Putin anuncia que los cuerpos serán recuperados, pero solo suben doce, los demás permanecen atrapados entre los restos. Junto con estos cadáveres se recuperan las famosas cartas, dos son del oficial Kolesnikov y la tercera del oficial Savidenko. Están fechadas y por ellas se sabe que los hombres del séptimo y octavo compartimento sobrevivieron allí tres días. Entre otras cosas, Kolesnikov escribe: "nos han matado". Además contienen detalles sobre lo ocurrido —que no fueron revelados—, y palabras para sus familiares. No podemos ni imaginarnos la terrible angustia que aquellos hombres debieron sentir en esos momentos. Atrapados en un lugar pequeño y oscuro, con un aire enrarecido, y el agua, que lenta pero inexorablemente los iba cubriendo. Sintiendo la esperanza de ver llegar a sus salvadores, pero en el fondo siendo conscientes de que eso no iba a suceder, sabiendo que lo único que tenían por delante eran horas de espera hasta que el agua los cubra o se acabe el oxígeno, para que de todos modos, finalmente, morir en una espantosa agonía.

Al principio se reveló que sólo había una carta, pero luego se supo que Kolesnikov había escrito dos, lo que trajo nuevamente a primera página de los periódicos, que se estaba ocultando información y que habían dejado morir a los tripulantes. Varias empresas rusas realizan propuestas para reflotar los restos pero son rechazadas, la elección recae finalmente en la empresa holandesa Mammoet, pero con la salvedad de que la proa debe quedarse en el fondo, de esa manera se evita que se conozcan los secretos del Kursk.

El coste de la operación es de 102.000.000 €, el doble del presupuesto anual de la marina rusa para la flota submarina. Las tareas de reflotación tardan cuatro meses, y una vez en la superficie el Kursk es trasladado a la base naval de Rozliakov, lo que preocupa a las familias que allí viven, porque los reactores son del mismo tipo que los de Chernobil y tienen sus mismos fallos.