- Aumenta la respuesta inmunológica al incrementar la síntesis de glóbulos blancos y linfocitos.

- Disminuye las infecciones respiratorias y la mejora sobretodo en asmáticos.
- Baja los niveles de colesterol en sangre, en parte porque la luz UV es necearía para metabolizarlo evitando que se pegue en las arterias y por otro lado porque que en verano nos movemos más y comemos más frutas.
- Estimula las terminaciones nerviosas.
- Mejora la capacidad de trabajo cardiovascular.
- Favorece la síntesis de Vitamina D que ayuda en la absorción de calcio y fósforo fortaleciendo los huesos y previniendo el raquitismo.
- Estimula la generación de queratina engrosando la piel que actúa de protección natural frente a la radiación más perjudicial.
- Ahuyenta la depresión ya que da sensación de bienestar.
- Mejora la calidad del sueño.
En verano los días son más largos y dormimos menos pero nos encontramos más descansados, en cambio en invierno, a pesar de que las noches sean más largas, de día nos encontramos más cansados y adormilados.
Pero hay que aclarar que para que todos estos efectos se produzcan no es necesario permanecer horas bajo el sol, por ejemplo, para satisfacer los requerimientos de vitamina D basta con unos minutos de sol dos o tres veces por semana y en cualquier caso sin necesidad de exponer el cuerpo en su totalidad.