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127Pág.Pensamientos y esperanzas Ustedes los machos y nosotras las hembras

 

Que todo eso ya me lo creía y lo daba por hecho. Por eso lloraba y sufría... porque quería irme corriendo de allí, pero ¿adónde ir? No sabía cómo.  Todo era difícil, pues él se había encargado de convencerme de que era inútil mi vida sin él. Tenía que pensar en algo... Necesitaba tener el tiempo para analizar la forma de salir.

Me encerré en mi amargura,  entonces me convertí en un robot: él decía ¡hazme de comer!  ...y como robot  lo hacía. Todo en silencio, servil, con tal que no me lastimara y me aventara el plato.  Terminé viviendo a la expectativa  de su mandato, de lo que ordenara.

Vete a comprar lo que hace falta y nunca decía que no. Lo hacía sin entusiasmo pero lo hacia lo mejor que podía sin cometer errores para que no se enojara. Hacía lo mejor que podía para mantener la calma y parecer alguien normal. Poco a poco me fui alejando de mi vida, me olvidé de cómo era yo.  Solo vivía para satisfacer sus demandas. Era extraño, porque no hacía nada que él no me indicara, cada paso que daba tenía que estar aprobado por él. Sin embargo, cuando tomaba no podía evitar el enojarme.

Pero debo confesar por qué era necesario para mí. De alguna manera ante tanto enojo me volvía animal herido, probablemente era mi forma de revelarme ante todo eso que me pasaba y en lo que no estaba para nada de acuerdo. Me volvía una hembra simplemente irracional,  perdiendo todo control, incapaz de medir las consecuencias de tales actos.  Tomaba a mis niñas con fuerza , las besaba entre que le decía que no tomara  y le gritaba, pero con ellas en mis brazos porque así no se atrevería a hacerme nada. En ese momento eso pensaba.

Exponía a mis hijas, como dije antes... sin pensar seriamente en lo que podía pasarles, podían ser blanco de un mal golpe... o peor. Un terrible error, cuyo resultado pude haber lamentado toda mi vida. Las  ponía en medio, confiándome que no me haría nada estando con ellas. ¡Eran tan pequeñitas e indefensas! ¿Cómo era posible que me albergara de su cuerpecito tan pequeño...? ¡Qué imbécil me volvía!    Ahora recapacito, y de verdad que cuando estamos sumidas en ese mundo, cometemos error tras error; la violencia hostiga y nos abruma... y la cordura nos abandona.

Por eso es peligroso y algo que afecta a toda la familia, no solo a los padres. El daño que les hacemos a nuestros hijos quizás ni siquiera lo imaginamos, pero es enorme. ¿Qué culpa tienen ellos de tener madres y padres irresponsables? Que tontos nos volvemos.  Al menos ahora sí puedo entenderlo más ampliamente, pero el peligro es estar ahí encerrada en ese círculo vicioso.