«Mis padres murieron cada uno de forma natural, mi madre a muy temprana edad casi seguida por la de mi padre. Debido a la bendita violencia que ha azotado a mi país desde hace más de 60 años, mi hogar quedó destruido a consecuencias de un incendio ocasionado por manos criminales. Esta situación me llevó a salir adelante, trabajar por más de 33 años para así ubicarme en un sitio por demás sencillo, pero un poco más justo.

   —Ciertamente, has tenido una vida intensa y muy dura, pero te abriste camino con voluntad, eso es muy  inspirador. Quiero destacar, que pese a los escollos que tuviste que franquear desde tan jovencita, has salido airosa, sin perder en el proceso esa capacidad de disfrutar de la belleza, de los afectos, sin resentimientos. Un ejemplo de vida. Hoy dices que estás jubilada... Sin embargo,  continúas aprendiendo y realizándote artísticamente, en una constante motivación y es magnífico. Demuestras que la jubilación no acaba con las personas, les da un nuevo comienzo, ¿qué dices a ello?

   —A pesar de haber aprendido muchos tipos de artes mientras trabajaba, esperaba mi jubilación con bastante inquietud. Tenía muchas cosas aún por aprender, libros por leer, pensamientos por expresar; desde los 16 años quería aprender a pintar. La jubilación es simplemente un cambio de estado siempre y cuando busques que hacer. Al contrario de acabar con una persona le inyecta deseos para realizar otras actividades.

   —Es decir, que la pintura en tu vida surge como una inquietud, pero que tuvo que esperar su momento. ¿Has hecho talleres o cursos con respecto a técnicas o eres autodidacta?

   —Sí, era una asignatura pendiente desde hace mucho tiempo. Mi meta al obtener mi jubilación era desarrollar este arte.  He asistido a varios talleres aprendiendo diferentes técnicas: óleo, acrílicos, pátinas, e colines, craquelados, pintura sobre pirograbado en tela y madera, pintura sobre tela. Soy autodidacta con las  tizas pastel.

   —¿Qué te inspira a la hora de pintar?