Todo había acabado. Ya no sentía el murmullo de los seres que él solo oía y la pena se convirtió en rabia. Sus ojos seguían llorando, pero ya no salía el mar por ellos. Ahora era lava de dos volcanes lo que salía. El odio que despedían sus ojos hacía adivinar cuanta lava escondían detrás. El Titán, el dios, el Coloso portador maldijo al los dioses que tenía alrededor, les culpó de lo acontecido. En un último esfuerzo y ayudado por la cólera que se iba incrementando dentro de él, se levantó y arremetió contra todos. Los dioses se echaron encima de él, neutralizándolo y dándole una brutal paliza, dejándolo tirado en el suelo, sin fuerza y sollozando al lado de los seres que había intentado conservar con vida...
“Un grupo de niños corrían por el camino riéndose. Detrás de ellos a unos pocos metros, había otro niño en el suelo llorando junto a una pecera rota y un par de peces muertos”.
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Mama, cuéntamelo otra vez...
—¡Mama, cuéntamelo otra vez! —Le dijo el pequeño agarrándose la tripa porque ésta hacía ruido, tosiendo al mismo tiempo.
—Muy bien hijo —Le dijo la madre, con lágrimas en los ojos y con el pequeño en su regazo—. Existe un lugar donde no hay guerras, ni hambre, ni enfermedades —decía la madre, mientras el pequeño sonreía—. Donde la comida sobra; donde el agua corre fresca para cada persona. Donde los problemas no existen, se los inventan; donde la gente puede salir de sus casas, sin miedo y donde todo el mundo es feliz y ayuda a los demás —continuaba diciendo—. No te preocupes, ya verás cómo se dan cuenta de que estamos aquí y vendrán a ayudarnos a ser felices como ellos. Terminó de decir la madre llorando con el cuerpo de su hijo en sus brazos, sin vida, por causa del hambre.
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Un mundo de sensaciones
Ya llegó la hora. Abro la ventana y la noche abre sus ojos, me está mirando a mí, y yo le devuelvo la mirada. Las calles iluminadas despiertan mis deseos de adentrarme en su magia, las carreteras alumbradas por los focos de los coches, me hace entrever lo que aún está por llegar. La luz que despide tu cigarro, aún sin encender, es lo único que veo cuando tienes los ojos cerrados bajo la luz negra.