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Libros y autores
por Pili Galera Muñoz
El secreto de Nag Hammadi (Tucker Malarkey)
 
 

“El reino está en vuestro interior…” (El evangelio de Tomás- hermano gemelo de Yeshua-).
Tanto el evangelio de Tomás, como el evangelio de Felipe presentan una teología basada sobre el conocimiento y la sabiduría, mucho más que en la fe y el pecado. Se ve toda la doctrina gnóstica que Jesús había asimilado y que probablemente fue Magdalena la que le inspiró porque era una gnóstica.

Los fariseos y los escribas tomaron las llaves Del conocimiento. Las ocultaron. No entraron, ni permitieron que aquellos que querían hacerlo lo hicieran.

“Sin embargo, sé sabio como las serpientes e inocente como las palomas…” ( El evangelio de Tomás, de Nag Hammadi).

Y si los evangelios apócrifos presentan a un Jesús diferente, ¿qué sucede con María Magdalena? Algunos autores recientes han puesto en circulación la hipótesis según la cual María Magdalena habría sido la esposa, o la compañera sentimental, de Jesús de Nazareth, además de la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista  que habría sido cuidadosamente ocultada por la Iglesia Católica. Estas ideas fueron desarrolladas primero en algunos libros de historia, y posteriormente aprovechadas por varios autores como Peter Berling (Los hijos del Grial) y Dan Brown (El código Da Vinci, 2003), entre otros muchos. Y precisamente en la figura de María Magdalena presté toda mi atención, me cautivó todo lo que de ella descubrí. Era una mujer culta, iluminada, una mujer que conocía la filosofía gnóstica y que por ello ella pudo entablar un diálogo de tú a tú con Jesús. Cosa que Jesús no podía hacer con los apóstoles porque eran gente maravillosa, de gran corazón, pero eran casi analfabetos, pescadores de aquellas aldeas de Galilea.

Jesús tenía que hablarles por parábolas. Con María Magdalena parece que desde el primer momento hubo un diálogo y por ello acabó siendo su confidente. Quizá también fuera apóstol, razón por la cual la Iglesia (que afirma que no hubo mujeres apóstoles), la despreció.

“…El que tenga oídos para oír, que oiga. El que tenga cerebro para entender, que entienda. Aquellos que lo buscan lo encontrarán…”(María Magdalena).

 
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