Te enfrentaste a tempestades, a la furia de los vientos,
Osaste pisar las Illas dos deuses, nadie te lo impediría.
Dadnos algo! Para liberarla de su agonía tributo pedían;
Ella, atrapada y sombría te desgarraba con sus lamentos.
Triste niña, suspiros nostálgicos de noches de luna llena,
por saberla amortajada en medio de siniestras soledades.
Presentaste ante sus captores, infames y malignos seres,
entregarte ofrenda a cambio del alma de la bella sirena.
Cíes viviría virgen, arropada por gran manto de estrellas.
Hermosa, suspirando por amor y serena por la eternidad.
Quién la amó aún sin conocerla, dio por ella su humanidad
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y cual oscura bruma, rozaría sus labios en noches bellas.
El resto del tiempo, cortejaría a las tierras mágicas de Gaia.
Componiendo sonetos apasionados entre meigas y hadas;
mirándola desde esos bosques encantados con leyendas,
buscando ese amor sublime, que el mar arrulla en la playa.
Ahora Niebla, héroe sin runa, con espíritu de mil poemas;
en noches de luna plena, se transporta hasta sus sueños,
ayudado por las brisas, besa sus suaves labios sin dueño,
mientras el mar baña y mima sus cabellos de fina arena.
En tierra firme, se escucha trémulo el susurrar del viento.
De cantigas y odas, que Tiwaz, le dedica a cada momento.
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