¿Por qué todo el mundo quiere ser como Paris Hilton y nadie quiere ser un superhéroe? Así empieza Kick-Ass, la historia de un adolescente que, sin demasiados motivos, decide convertirse en un superhéroe (de pacotilla) de la noche a la mañana.
De este modo, el protagonista, Dave Lizewski (Aaron Johnson), decide comprar su traje, personalizarlo y salir a las calles para patear los traseros de los malos. Pero no todo anda sobre ruedas. Además, no es el único superhéroe de la ciudad. Pronto verá que hay otros personajes que, con métodos algo violentos, consiguen el mismo propósito. Estos son Hit Girl (Chloë Grace Moretz) y Big Daddy (Nicolas Cage). Y, cómo no, en toda película de superhéroes tiene que haber el villano, en este caso interpretado por Mark Strong, que parece que últimamente le ha cogido el gustillo a eso de interpretar al malo maloso de la cartelera.
Matthew Vaughn dirige esta adaptación a la gran pantalla del cómic con título homónimo escrito por Mark Millar. Cómica, violenta, trepidante... son buenos adjetivos para describir la película.
Kick-Ass es un cúmulo de referencias y guiños a las películas de superhéroes y, a la vez, va dirigida perfectamente a un público adolescente que, de paso, entiende las referencias a las películas que he citado antes. Su humor negro no desaparece en toda la película y casi podría decir lo mismo de su violencia, llevado al máximo por la pequeña Hit Girl y, aunque no lo parezca, regulada de tal manera para que el filme fuera apto. Eso sí, también hay que reconocer que el personaje de Kick-Ass, sus ambas identidades, no son más que tópicos y que Dave Lizewski no es más que una caracterización de un adolescente al que le gustan los cómics y del que parece que hasta el propio Millar se quiere reír.