¿Te has dado cuenta que últimamente en el cambio de estilo de vida, los hombres ‘machos’ se hacen más notables y que en contraposición, las mujeres nos hacemos más ‘hembras’?
Sus características son más acentuadas en estos días, como las clásicas palabras dirigidas hacia la pareja (mujer) en este caso, como por ejemplo: “Tú sin mí no eres nada”; “Tú no me haces caso y por eso tengo que irme a otro lado”...”Tú no me escuchas y hay alguien que quiere escucharme”. Hasta subir de tono con palabras más hirientes. A medida que el tiempo pasa llegan las expresiones: “Eres una babosa”, “Eres una pendeja”, “Tú no sirves para nada”, y nosotras las mujeres sólo lloramos por todo lo que nos dice el gran hombre de nuestra vida. ¿Qué cosa, verdad?
Pensar que todo lo que él nos arroja a la cara, es el reflejo de cómo se siente, y el estar escuchándolo, significa que aceptamos y lo asumimos como una innegable verdad.
Analicemos las palabras: “tú no sirves para nada”. Su significado sería “yo no me siento lo suficientemente capaz de realizarme”. Al tomar esas palabras de esa forma, contrarrestamos el efecto de culpabilidad creado en nuestra mente.
Pero dejemos de analizar un poco y vamos a un clásico relato. El bochornoso episodio entre un hombre “macho” y una mujer de baja autoestima. (Porque para que haya un hombre macho, debe existir una mujer que con su autoestima... por el suelo o inexistente, que acreciente su virilidad)
EL AVION
Después de habernos casado, salimos de la fiesta un poco cansados, pero pensando en ese día tan especial y esperado. La gran luna de miel era rumbo a las islas de Hawaii y todo estaba listo para salir desde San Diego hacia allí. Gran evento, porque me había dado la grandiosa opción de que eligiera todo el proyecto y recorrido de nuestro viaje.
A la mañana, salimos muy temprano apurados hacia el aeropuerto porque se nos hizo tarde. Como siempre, una característica típica de la mujer es el tardar en arreglarse. ¡Estaba tan emocionada! Era la primera vez que subiría a un avión tan grande y llevando rumbo hacia un lugar que no conocía. Con mi sonrisa dibujada de oreja a oreja y mis ojos brillando por el gran hombre de mi vida, al que ahora llamaba “esposo”.