Escritores
Eba Reiro
 
 

manuEBA REIRO, es en realidad Eva Rodríguez González, una joven gallega nacida en Ourense en 1990, aunque prefiere decir que es “Ciudadana del mundo”, ya que no cree en las barreras que delimitan las nacionalidades. Poseedora de una singular escritura, fuerte, aguda, llegando a ser transgresora y hasta mordaz. Pero definitivamente con carácter y personalidad.  Eva estudia Lenguas y Literaturas Modernas: alemán, en la Facultad de Filología de Santiago de Compostela. Los idiomas son su pasión y se mete de lleno en su estudio. Además del castellano y gallego, habla inglés, alemán y está estudiando árabe.  También, ha estudiado canto durante siete años y le fascina tocar la guitarra. Las artes le motivan, como pintar y escribir... de ahí que ganara premios en esas disciplinas en su etapa escolar. Pero no todo es estudio en la vida de Eba, también gusta de los cómics, el teatro, cocinar...  leer, según nos contara es una devoradora compulsiva de libros. Procura llevar una vida ecológica, respeta el hábitat. Una cosa que nos confesó... es que de pequeña quería ser negra (tenía la inocente idea que era posible cambiar de raza). También reconoce sus defectos: la impuntualidad, que es desordenada y olvidadiza y que no tiene vergüenza, aunque creo que esto en realidad más que un defecto, podría catalogarse como una virtud. Pero sin más preámbulos, vamos a conocer a EBA REIRO, en su ámbito, donde ella se pinta sola y sin rodeos: las letras.


Yo te lamo
(alegrías de un disléxico)

No es que yo te quiera, es que yo… te lamo. Te lamo tanto que los ojos se me salen de las cuencas, y las tengo que utilizar de bol de desayuno.
Te lamo tanto que confundo la vigilia con el sueño y voy a misa en discotecas y el vermú me lo ponen en los afters.
Te lamo con los dedos, las rodillas y cabeza.
Aquel otro día que te dije “Te lamo”, los dos temblábamos bajo árboles perennes de hojas aciculares y tallos braquiblastos, y ellos también temblaban sólo de oír cualquiera de las dos cosas.
Desde que te lamo, mi corazón está tan ocupado que el que palpita es mi cóccix.

 
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