En ocasiones es una verdadera celebración, pero como es una imagen más común de ver y la sangre vertida no tiñe de rojo un mar, no llama tanto la atención en los medios. Por supuesto que hay diferencia, pero estamos hablando de estilos de vida diferentes.
Está claro que no podemos justificar ni juzgar ni una cosa ni la otra, después de todo se trata de una discusión ética, cultural y económica, sobre todo en lo que tiene que ver con las islas Feroe, tal como dice Diego Taboada, director del ICB de Argentina[5], una institución que defiende la conservación de las ballenas.
Más discutido, llegado el caso, es el tema referente a los balleneros japoneses, que se llevan por delante ballenas, delfines, etc. Ya no importa si se hace sufrir o no a estos animales, se trata de una cacería desmesurada, la cual sí es fácilmente criticable. Hay documentales, cuyas escenas a veces han tenido que ser filmadas con cámara oculta, en los que se puede ver la osadía de estas personas contra la naturaleza
, arponeando o cazando con redes a estos mamíferos del mar, matándolos, obteniendo de ellos lo que precisan y arrojando al mar lo que reste… “sólo son negocios”. Por si alguien quiere ver esto, un buen ejemplo de documental es The Cove[6], estrenado en 2009 y ganador de diversos premios. Igualmente, no pude evitar fijarme en que, si bien los japoneses se pasan en extremo en esta cacería y lo que se muestra es la pura realidad, el documental no deja de ofrecer en todo momento un punto de vista imparcial y rígido, como se puede esperar de una producción activista anti-caza.
Llegando al final de esta nota, y escapando un poco de estas crudas imágenes de matanzas, tenemos la contrapartida, salvamento de cetáceos varados en playas: