Unos puzzles de piezas redondas.
Vértice de cielos grises.
Meridiano en tu cuerpo,
epicentro de todos tus besos,
oleaje de caricias entre tus dedos.
37
Cuánto me amarga caminar por tus calles,
porque tus piedras me sangran el alma.
Sus gritos furiosos de gente pagana,
que intenta apedrear la conciencia que me habla,
que quiere ser libre, más quieren atarla.
No selles mis labios con hilos de plata,
que aún muda mi boca, te grita mi alma.
No cortes mis alas, no rompas mis ansias
de crear amor, de dar sin esperar nada.
Lléname las manos de rosas encarnadas,
de nubes azules, de gaviotas blancas.
No quiero caminar por tus calles
que me duele el alma
de buscar el mar, en casas encaladas.
Me niego a respirar nada que no sea tu aroma,
que solo la sal aletee en mi boca.
Juegue con mi piel, me haga su esposa.
Que mis manos libres son como palomas,
dibujando sueños, creando mariposas.
Te regalo lo más hermoso de mí,
mi palabra es tuya, toda.
Léela, entiéndela, que ella entre en ti
y cada mañana sea la que te arrope.
Que te dé la bienvenida cada día.
Que abra tus ojos, que ilumine tu vida. |
|