Lo cierto es que no pensamos demasiado en la cantidad de animales que mueren al día para que podamos comer carne, por ejemplo. En este caso se trata de una especie de cetáceos denominada comúnmente como ballenas piloto o calderón común[1]. Luego uno se plantea: ¿pero y qué hay del sufrimiento de los cetáceos en este caso en particular? ¿De verdad es necesario utilizar los métodos que usan en estas islas para llevar a cabo la matanza? Cuestiones como estas me llevaron a investigar un poco más sobre cómo es exactamente este evento y qué consecuencias tiene para esta especie.
Con la llegada de la primavera, los habitantes de Feroe se preparan para algo que llevan esperando meses. Mediante diversos procedimientos con barcas, y dejando caer piedras al agua, instan a unos cuantos grupos de calderones a desplazarse rumbo a la costa, donde los espera la gente. Esta fase puede durar horas, por lo que la gente espera impaciente a que llegue el momento. Es entonces cuando las desafortunadas ballenas piloto son sorprendidas. El mar se tiñe de rojo y las playas se llenan de los cadáveres de estos animales, los cuales pasan a formar parte de las toneladas de carne que irán a parar a las despensas de los habitantes.
Algunos piensan que esto es puro deporte y ‘diversión’, no es así. Las personas a las que llega la noticia de este evento reaccionan, como es comprensible, de una manera muy negativa, la crítica y la polémica están aseguradas. Por una parte esto es justamente porque la información no llega completa. En Internet se ven planteamientos de todo tipo. Hay quien lo asemeja a las corridas de toros en España, otros a las cacerías furtivas que acaban con cientos de ejemplares de paquidermos para comerciar con su marfil… es decir, prácticas que por definición son tan diferentes a lo que ocurre en Feroe como son de distintos la matanza del cerdo y la cacería por deporte. Lo que pasa en estas islas, si bien se ha convertido en un espectáculo con el paso del tiempo y no deja de ser una tradición, es la utilización de un recurso natural y gratuito. Se aprovecha casi todo de las ballenas. Y, aunque mueren desangradas, no sufren durante todo ese proceso hasta su muerte.