Cuando preparo alguna de las recetas del repertorio de mi bisabuela, en particular las empanadillas de carne, me trae a la memoria tan lindos recuerdos, yo allí en la cocina suplicando a la abuela, que me diera la primera empanadilla, de pronto reparo que tengo a mi alrededor a los míos, esperando que salga la primer tanda de la sartén. Es una sensación que no se puede explicar. Me parece estar viéndola allí mismo, pequeña, con sus cabellos blancos, pero siempre vital y bien dispuesta para mimarnos con sus comidas y postres.
Se levantaba muy temprano para preparar la masa, luego se abocaba al relleno, a la media mañana ese aroma exquisito lo invadía todo y la textura de la masa, tierna y crujiente, son cosas que jamás podré olvidar. Mi intención es compartir con ustedes esta riquísima receta, herencia de aquella viejecita que me legó el amor por la buena cocina y me enseñó que cualquier comida hecha con amor, gracia y buen gusto alimenta el cuerpo y gratifica el espíritu.

Empanadillas “criollas” de carne
Recuerdos de mi tierra...
