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Ciencia y Tecnología
por Ramón Cid
Seres vivos inesperados
 
 

El Fósforo está presente en el cuerpo humano en cantidades que llegan a los 800 g en un adulto (casi 1 kg !!!). El 85% del P en el cuerpo se encuentra en huesos y dientes, principalmente en forma de hidroxiapatita, con una relación en peso de 1:2 con el calcio (Ca). El resto del P se distribuye en los músculos, hígado, intestino, piel, tejido nervioso y otros órganos y tejidos, principalmente en forma de ésteres orgánicos. En los fluidos biológicos el P está presente como ion fosfato.

Además de intervenir en la formación y estructura de los huesos, el P está envuelto en muchas funciones fisiológicas (ver Tabla), como lo evidencia la presencia de P en los iones fosfato y en diferentes compuestos orgánicos intracelulares y extracelulares o a nivel de la membrana celular.

No hay duda, pues, en que el P es un elemento básico en los seres vivos, y por tanto que ese “parentesco” entre el As y el P hay que entenderlo como un problema muy serio en términos biológicos.

Podemos concluir que en esta perspectiva el Arsénico debería ser incompatible con la vida.

LA GRAN SORPRESA

La vida se compone básicamente de carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, azufre y fósforo. Aunque estos seis elementos compongan los ácidos nucléicos, las proteínas y los lípidos y por tanto el grueso de la materia viva, es teóricamente posible –siguiende a la Tabla Periódica– que algunos otros elementos pertenecientes a las familias de elementos respectivas puedan servir para las mismas funciones.

El trabajo realizado por Felisa Wolfe-Simon ha consistido en verificar esta hipótesis estudiando una bacteria aislada del lago Mono en California, y que substituye el fósforo por el arsénico en su desarrollo. Esa bacteria, la cepa GFAJ-1, pertenece a un grupo común de bacterias, las Gammaproteobacterias.

El equipo eligió el Lago Mono para su investigación debido a su química inusual, especialmente su alta salinidad, su alta alcalinidad y sus altos niveles de arsénico. Esta química es, en parte, una consecuencia del aislamiento del Lago Mono de sus fuentes de agua dulce durante un período de 50 años.

 
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