En efecto, además de la necesidad de que otros grupos de investigación independientes alcancen resultados compatibles con este hallazgo, aparecen ciertos recelos cuando la institución que está detrás es de la envergadura de la NASA.
La cantidad de recursos que precisa una organización como esta hace que la búsqueda de grandes titulares prevalezca demasiadas veces ante el necesario rigor al que se deben someter los resultados
Ya han aparecido voces discordantes como recoge el BLOG Ser vivo: Historia natural y biología [6].
En el se cita a unos de los mejores divulgadores del mundo en ciencias biológicas, Carl Zimmer, quien publicó a los pocos días un durísimo artículo titulado: “El estudio de la NASA sobre vida basada en arsénico está viciado fatalmente, a decir de científicos”.
Uno de esos científicos es Rosemary J. Redfield que ya ha enviado una carta a la revista Science en la que critica que los reactivos utilizados para el medio de cultivo no eran puros
, indica que una ínfima cantidad de fosfato presente en el medio enriquecido en arsénico es más que suficiente para explicar el crecimiento celular observado, y que ciertos protocolos no han sido realizados correctamente.
Hay otros científicos como el microbiólogo Forest Rohwer que no tiene claro como se presenta el arsénico en esas biomoléculas de las bacterias analizadas, dudando de los resultados.
Una incertidumbre más general se dirige hacia los “referees” (revisores) de la revista Science, que pudieran no haber analizado el artículo con suficiente rigor, “dejándose llevar”, quizás, por la importancia de la institución que está detrás.
FINALIZANDO
En cualquier caso, esto no es nada anormal o extraordinario. El trabajo científico debe pasar, para alcanzar la categoría de correcto, muchos filtros. Estos van desde la propia institución que investiga, pasando por la revista que lo va a publicar, los asistentes a reuniones donde se comunican los hallazgos, el análisis desde los grupos de investigación “rivales”, etc.