POETA del PUEBLO. POETA UNIVERSAL. POETA NECESARIO. POETA DE LA MEMORIA.
El joven Hernández, ¡quería ser poeta!, y estaba haciendo todo lo posible por serlo. Y de aquel esfuerzo surge un muchacho afincado en el clasicismo virgiliano, en el renacimiento de San Juan de la Cruz, en el barroco esencial de nuestra literatura, en Góngora y Quevedo, en el barroco teatral de Calderón y más tarde, en la imitación de Lope de Vega.
Al tiempo que mira igualmente a los más próximos e incluso a los contemporáneos: Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, entre otros.
Hernández tuvo un origen humilde y fue autodidacta, antes de dedicarse por entero a la poesía y verse involucrado en la guerra que asoló España entre 1936 y 1939 trabajaba como pastor de cabras, de lo cual se sentía muy orgulloso. De ahí, sus primero poemas de carácter rural, aquellos campos alicantinos donde se crió acaparan la mirada tierna y enamorada del joven poeta.
