Esa es la historia amigo, solo te pido, como te dije al principio, que tengas muchísimo cuidado. Ese hombre si tiene que quitarte del medio, lo hará sin dudarlo. Su hija es la niña de sus ojos y no creo que permita tu relación con ella. Haz lo que estimes oportuno, espero que ella te crea, si decidís escaparos, aquí tienes un hogar para comenzar de nuevo.
Se despide enviándote un fuerte abrazo:
Juan.
/------------------------------/
Tenía que contárselo a María, no sabía bien cómo hacerlo, pero era necesario que conociera la historia de su familia, no podía convivir ni un minuto más con ese hombre por muy padre suyo que fuera.
Aprovechado las procesiones de Semana Santa, conseguimos despistar a su tata y tener una cita. Le pasé la carta en silencio pidiendo que la leyera, según iba desgranando el contenido, un río de lagrimas corría por su mejilla, movía la cabeza como no pudiendo creerse lo que ponía en la misiva. Cuando terminó, se abrazó a mi desesperada:
—¡Cómo puede ser esto, Miguel!… No lo comprendo, mi padre es un ángel conmigo, jamás me levantó la mano, ni una voz más alta que otra, siempre me trató como la mejor de las personas. Me cuesta trabajo imaginarlo cometiendo con mi madre, tales atrocidades.
Desapareció de mi vida durante cuatro largos meses, yo estaba desesperado, dispuesto a cometer una locura, no sabía qué hacer para poder contactar con ella y saber si se encontraba bien.
Visitaba la playa, paseaba escondido por la fachada de su casa intentando verla, le mandaba cartas a través de una criada amiga mía, pero lo único que obtuve fueron dolorosos silencios. Una tarde en que ya la daba por perdida, apareció en mi pensión con una pequeña maleta.
–Venga, date prisa, prepara lo que sea. Tenemos que irnos, mi padre se dará cuenta de que me escapé y no parará hasta encontrarnos. Le dije a la cara todo cuanto me contaste. Cuando me preguntó que de donde había sacado esos cuentos, le respondí que no importaba, que me dijera si era cierto, por respuesta me encerró en mi habitación, no me dejaba salir, nada más que para hacer mis necesidades y comer, pero siempre rodeada de alguno de sus esbirros.
Hoy he podido despistar a mi guardia, eché en esta maleta cuatro trapos y me dirigí corriendo a buscarte, no perdamos más tiempo, huyamos.