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Sur-Realidades
por Fobio
Mágica Navidad
 
 

El carpintero, con los pantalones a media asta y su voluminoso trasero al aire se abrazaba a una botella casi vacía de champagne, mientras le acariciaba el cuello y le murmuraba palabras obscenas con voz pastosa. El mecánico más allá, bailaba lenta y sensualmente con una jirafa de peluche al compás de una música sólo existente en sus oídos, mientras con ambas manitas le agarraba el rabo con vehemencia. Un tercero, relojero de triste imagen barrigona, se hallaba en calzoncillos dando brinquitos con botas de cowboy, patillas tipo Elvis y haciendo girar un lazo sobre su cabeza semi-calva, mientras mecía sus caderas sugestivamente y con dicción gangosa tarareaba “Love Me Tender”. Cuando Santa Claus, lívido, creía que había visto lo peor, Rufus, en un estado de casi paroxismo, le tironeó la manga de la camisa, haciéndolo agachar un poco para ver debajo de una de las mesas de trabajo.

Santa, estupefacto, ahogó un grito a medio camino en su garganta, llevándose ambas manos a la boca ante la visión de ese nuevo espectáculo aberrante. Casi desnudos sobre el piso y en un matete de brazos y piernas entrelazados estaban Donatello, de los Teenage Mutant Ninja Turtles, He-Man y Ken, este último usando la ropa interior y la peluca con claritos de su famosa novia-muñeca, mientras apasionadamente tiraba besos al aire y jugueteaba con el encaje del portaligas.

Sobre una de las patas de la silla metálica, Zena se hallaba enroscada provocativamente mientras consumaba con maestría una versión infartante del baile del caño. La mismísima Barbie, recostada cerca de allí con expresión plenamente satisfecha y la vista perdida en el espacio, fumaba un cigarrillito de chocolate a la vez que arqueaba violentamente el cuello hacia atrás y repetía una y otra vez como una poseída: “¡Oh my God! ¡ Ye, yeah! ¡ Oh my Gooood...!”.

Después del shock inicial y acostumbrado a resolver graves conflictos rápidamente, aunque no de esa índole, Santa recobró un poco la compostura e inmediatamente buscó la ayuda necesaria para poder cumplir con su sagrada ronda del día siguiente.

Los tres Reyes Magos le tendieron una mano muy grande al señor Claus en esa ocasión y por ello les estaremos por siempre agradecidos. Melchor, Gaspar y Baltazar, o, como se los llamaría a estos muchachos si fuesen argentinos, Malhechor, Garcar y Va-asaltar, fueron los verdaderos héroes de esa Navidad y aún hoy están tratando de descongelar sus camellos.Después de ese fatídico día, todos los gnomos fueron castrados, y, si prestan atención, Barbie ahora viene empaquetada en una burbuja de plástico duro, terriblemente difícil de abrir para niños y grandes. En cuanto a Ken... Bueno, ahora parece ser escocés. Tiene puesta una primorosa pollerita de tweed tableada, con cuadritos en degradé.

 
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