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Escritores
Mariana Lemes
 
 

UN DON JUAN EN APUROS 

Un donjuanesco marido,
cínico a más no poder,
conduce con su mujer,
desde el trabajo a su nido.
Iba muy entretenido,
mintiendo para variar,
diciendo: no fue a cenar,
por cuestiones de trabajo,
y mirando para abajo,
vio un zapatito asomar…

Ante la prueba patente
del pecado concebido,
casi choca el muy bandido,
mientras le suda la frente.
Con destreza inteligente,

despistando a su señora,
tira la pista traidora,
sin que fuera descubierto.
Vuelve a su rostro desierto
de la culpa pecadora.

“-¿Que te sucede querida?;
se te ve muy agitada…”

“-Es que ya estoy agotada
de buscar una salida.

Algo me tiene aturdida
desde hace ya mucho rato…
Sabes que encuentro muy grato
descalzarme y descansar…
No sé que pudo pasar,
¡pero he perdido un zapato!”

 



 

AMORES QUE MATAN

Doña Pura, una mujerona de rostro severo y vientre generoso, era la propietaria de una pensión que albergaba a “gente bien”, como decía ella. No aceptaba en su recinto bohemios irresponsables, ni aquellos con traseros mal asentados, que siempre estaban rotando de un lugar a otro dejando deudas a su paso.

Como ella no tenía parientes sino un sobrino “muy retraído el pobrecillo”, según decía, decidió hacerse de una familia escogida de acuerdo a su convicción e instinto.

Era viuda y con una cuota que le dejara su marido demasiado escueta para su voluminoso cuerpo, entonces sumó dos más dos, y de la suma resultó la pensión llamada “El Remanso”.

 
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