—¿Qué es lo qu’es eso...? —Reclamó Aparicio.
—G-P-S, son las siglas de Goblal Positioning System, en yanqui. Eso le marca con esactitú cualquier lugar del mundo ande esté parao.
—¿Y cómo...?
—Facilongo, usando sobre la superficie ‘el planeta un eje de coordenadas cartesianas eletrónico...
—¿Un queé...?
—Ayy, m’hijo..., ¿pa’ qué alguna vez lo mandé a la primaria...? —Dijo su padre meneando la cabeza—. Es el plano espacial cuadricular de dos ejes que se intersetan, las abscisas y ordenadas, x e y, ¿no ricuerda...? —Y suspiró hondo al ver la expresión incrédula en la cara de Aparicio—. A ver gurí, si usté sabe esplicarle mejor al abombao ‘e su tata...
—Gueno —continuó el nieto, aclarándose la voz que estaba cambiando por la edad—, una vez que’l GPS me da las coordenadas de cada hoyo, que p’al caso se yaman latitú y longitú, el aguelo las carga en ese otro aparatito conectao a internet, que es una netbook. Que pa’ que usté se haga una idea, tata, vendría ser una especie ‘e computadora enana, que manda los datos al programa Google Earth Satellite Premium, que a su vez, los retrasmite a nuestro satélite...
—¿¡Es que también tenemo un satélite...!??
—Sí..., pero uno chiquito, el “Mangruyo Celestial”, que compartimo con los Urrutia, los Solórzano y los Pereyra, ‘e los campos linderos —intercedió Nicomedes— Pero déjeme acabar con esta perorata ‘e una guena vez, m’hijo. Cuando el satélite recibe los valores indicaos y mi señal, los procesa en un santiamén y empieza a vigilar los aujeros en cada una ‘e sus órbitas. Pa’ tuitos eyos activa un avanzao sensor de movimiento y calentura corporal. Ande la vizcacha asoma el pescuezo, ¡pum!, un rayo láser la deja hecha un montoncito ‘e cenizas... Ansí pué, siguro que pa’ mañana habrá unos cuantos menos d’esos bichos dañinos y ahí sí reyenamo los buracos. Mientras se alejaban del lugar al trote largo, casi coincidiendo con la última tenue claridad del día, Aparicio no pudo evitar sentirse un extraño entre esas dos asombrosas generaciones. Adónde, reflexionaba en el silencio del regreso, habían quedado rezagadas en las congestionadas avenidas del progreso, las bondades de un simple escopetazo...
El Payador
Para que el lector sepa, una payada, en el campo argentino, es una discusión o charla, generalmente entre gauchos, en forma de versos rimados, recitados al son de los acordes de una guitarra criolla. También puede ser una serie de preguntas y respuestas sobre cualquier tema. Aquí va un ejemplo entre dos oponentes, don Arúgulo Peralta y un servidor, Fobio. Reto a cualquier lector a prenderse conmigo en una payada, usando la sección de comentarios, más abajo. Y le voy a dar ventajita. Si quiere me pregunta en verso, si no, así nomás, en prosa, y yo se lo contesto rimado en el próximo número de la revista.
¡Vamos, anímese que no muerdo...!